15 de setembre 2010

Asja Lacis i Walter Benjamin



Asja Lacis, una dona clau en la vida de Walter Benjamin, mereix una menció especial en el marc d'aquests dies de rememoració del filosof alemany. A continuació es reprodueix un article força interessant que fondeja la relació entre Benjamin i Lacis. És la història d'un encontre decisiu enmig del trajecte en direcció única de Walter Benjamin . Es tracta, possiblement, d'un dels moments crucials en la vida i obra de Benjamin, que coincideix amb el de la seva maxima aproximació amb el marxisme (relació amb Ernst Bloch, lectura de Lukács). La recepció marxiana en Benjamin, des d'una heterodòxia virtuosa, va multiplicar les línies d'atenció d'aquest pensador fins oferir-nos una inclassificable obra multidisciplinària que portaria confluències insólites entre el materialisme històric, el messianisme i la cultura jueva. Una atenta lectura de les Tesis sobre la filosofia de la història, comentades per Michael Löwy a "Aviso de incendio" (*), ens permet constatar aquestes consideracions.
(*) Michael Löwy. Aviso de incendio. Fondo de Cultura Económica Ed.


“En un amor, la mayoría busca una patria eterna. Otros, aunque muy pocos, un eterno viajar. Estos últimos son melancólicos que tienen que rehuir el contacto con la madre tierra. Buscan a quien mantenga alejada de ellos la melancolía de la patria. Y le guardan fidelidad. Los tratados medievales sobre los humores saben de la apetencia de viajes largos de este tipo de gente.”

(Walter Benjamin)

Dirección única (Walter Benjamin y Asja Lacis)

No cabe duda que Walter Benjamin es uno de los pensadores más interesantes del siglo XX. Su crítica de la modernidad es una de las más profundas que se han hecho y después de un olvido lamentable hoy vuelve a ser citado, estudiado y hasta reivindicado por la filosofía “académica” que le ignoró y despreció por mesiánico y extravagante. Su influencia es cada vez mayor (aunque a menudo descontextualizando sus palabras y reduciendo su obra a la mera crítica literaria o estética, sin comprender el alcance de su radical crítica), pero pocos conceden la importancia que se merece a un aspecto de su vida, relegado a menudo a la anécdota personal, pero que marcó profundamente su pensamiento. Se trata de su amor por Asja Lacis, una bella comunista letona que cambiaría su vida en todos los sentidos, pues la influencia que ejerció esta fascinante mujer en su vida y en su pensamiento es tal que puede decirse que sólo a partir de entonces pudo desarrollarse en toda su plenitud y lograr el equilibrio entre judaísmo y marxismo, metafísica y materialismo, pesimismo y esperanza, melancolía y embriaguez que hacen de Benjamin un pensador revolucionario, único y deslumbrante.

Benjamin estaba casado con Dora Pollak cuando conoció a Asja Lacis en el verano de 1924. El matrimonio de Benjamin y Dora no funcionaba desde hacía tiempo y la pareja se distanciaba cada vez más (ambos había tenido ya algún amante). Benjamin se encontraba en Capri acompañado de Ernst Bloch y Erich y Lucie Gutkind cuando le presentaron en un café a Asja Lacis, una directora teatral discípula de Piscator y que más tarde colaboraría con Bertold Bretch (uno de los grandes amigos de Benjamin por mediación de la propia Asja). El filósofo alemán de “anteojos que irradiaban luz como pequeños protectores, cabello fino y oscuro, nariz delgada, manos torpes” (en palabras de Asja Lacis) se enamoró inmediatamente de la hermosa marxista, militante bolchevique desde primera hora. Asja y Benjamin se vieron en diferentes ocasiones entre 1925 y 1926, primero en Riga y después en Moscú. Acariciaron la posibilidad de dejar a sus respectivas parejas y en 1928 llegaron a vivir juntos en Berlín durante un tiempo, pero Asja regresó a Moscú y a pesar de que en 1930 Benjamin se divorció de Dora y esperaba casarse con Asja, la relación se había ido apagando por la distancia y el paso del tiempo. Aún así, se siguieron escribiendo, hasta que Asja fue arrestada y condenada a trabajos forzados por el régimen stalinista. Benjamin no volvió a verla jamás, pero siguió recordándola toda su vida.

Por la época en que conoció a Asja, Benjamin estaba reformulando su pensamiento. Había entrado en contacto con el marxismo unos años antes de la mano de Ernst Bloch (y a pesar del enfado del que será su mejor amigo a lo largo de toda su vida, Gershom Scholem, que siempre le reprochó que se adhiriese al comunismo y no profundizase más en el judaísmo). Pero fue precisamente en Capri donde Benjamin empezó a introducirse seriamente en el pensamiento marxista, allí Bloch le dio a leer Historia y conciencia de clase de su amigo György Lukács, libro en el que Benjamin reconoció muchas similitudes con su propio pensamiento. Así pues, su descubrimiento intelectual del marxismo coincide con el descubrimiento amoroso de Asja Lacis, una “revolucionaria profesional” que le hizo abrazar definitivamente la causa revolucionaria. Ambos hechos (el descubrimiento del materialismo y el amor por Asja) no pueden separarse uno de otro y están estrechamente ligados, más allá de la coincidencia temporal.



La influencia de Asja no se reduce al papel de musa, como se ha insinuado en alguna ocasión, sino que era mucho más. En su diario, Benjamin reconoce la influencia extraordinaria que ejercieron tres mujeres (sus tres grandes amores) en su vida, reconociendo en cada uno de esos amores a un hombre distinto, pues “un verdadero amor me hace semejante a la mujer amada”.Y de esas tres mujeres (Dora Pollak, Jula Cohn y Asja Lacis) la que más le influyó, la que cambió de forma más radical su vida y le convirtió en un “hombre nuevo” fue Asja,su amor por ella fue “la experiencia más fuerte que he tenido de este tipo fue mi relación con Asja, hasta tal punto que entonces descubrí muchas cosas en mí por primera vez”, gracias a ella pudo descubrir aquello que andaba buscando, la clave que necesitaba y que se encontraba en sí mismo, pero que sólo pudo llegar a descubrir a través de su amor por ella. Poco tiempo después de conocerla, Benjamin empezó a escribir los textos que configurarían su libro Dirección única, que comienza con una dedicatoria: “Esta calle se llama /calle Asja Lacis/nombre de aquella/que como ingeniero/la abrió al autor”. En este libro empieza a prefigurar su particular visión del materialismo, impregnada de romanticismo y de mesianismo, y en la que la iluminación profana y la mirada microscópica penetran en la realidad de la vida, de las relaciones y de las cosas desgranando, por medio de pequeños fragmentos alegóricos y aforismos plenos de densidad, la transformación y depauperización que el capitalismo y la mercancía hacen de la vida, pero sin nostalgia del pasado (por más que se le haya achacado esto), con la mirada puesta en el presente y en la necesidad de transformarlo. La esperanza mesiánica y la necesidad de fe de este ateo pudieron entonces encontrar su camino y desarrollarse por medio de la fusión del materialismo y del mesianismo, surgiendo una “teología de la revolución marxista/libertaria” (como ha definido su pensamiento Michael Löwy) que establece el lugar y el momento de la salvación, de la llegada del Mesías, en la revolución social, en la destrucción del orden socio-económico capitalista y la construcción de un mundo enteramente nuevo, de un nuevo paraíso. Probablemente no habría podido hallar este camino sólo, pues necesitaba de una “iluminación profana” que le abriese la mirada haciéndole descubrir lo que no se veía a simple vista y ésta le llegó a través del amor.

Podemos arriesgarnos a establecer un nexo entre la relación amorosa con Asja y lo que ésta supuso para Benjamin con su particular filosofía de la historia y de la revolución. En este sentido, se puede considerar que el amor sería algo más que una relación afectiva, descubriendo en él una promesa de felicidad eterna, una “anticipación” de la utopía. En el pensamiento benjaminiano, la revolución se concibe como ruptura del continuum histórico, como una interrupción del curso de la historia y de su tiempo homogéneo y vacío, siendo sustituido por un “tiempo-ahora” (jetzeit) plenamente realizado. Y en ese contexto es en el que hay que situar la concepción del amor de Benjamin, pues el amor puede considerarse una de esas “pequeñas puertas por las que puede entrar el Mesías”, una ruptura que contiene en sí un pequeño destello del todo absoluto al que aspiraba. Se trata de una forma de entender el amor muy similar a la que por esa misma época empezaban a formular los surrealistas, que veían en el “amor-único” y la búsqueda de un “Tú absoluto” el camino hacia lo maravilloso, aquello que podía cambiar la vida. Esta comparación no es caprichosa, pues años después de que Benjamin escribiese en su diario que en cada amor se reconocía como un hombre distinto, Breton escribía en L’amour fou un pasaje muy similar en el que una fila de hombres se sitúa frente a una fila de mujeres, reconociéndose a sí mismo en cada rostro y reconociendo en todos los rostros de mujer un único rostro: “el últimorostro amado”, así cada experiencia amorosa se ve como única, pero al mismo tiempo como realización de una promesa contenida en el pasado, como una relización del mismo, el cumplimiento de una esperanza mesiánica. Y en esa realización del amor, tanto Breton como Benjamin ven, como tras una mirilla, todo lo que puede llegar a ser la vida, la promesa de lo todavía-no-sido que está por llegar de la mano de la revolución.

Benjamin escribió en Dirección única que al contemplar a la mujer amada “estamos fuera de nosotros mismos” y en ese situarnos en un afuera podemos ser capaces de ver las cosas de otra forma, con una mirada distinta, pues la embriaguez que nos provoca el amor puede llegar a hacernos captar matices inesperados y abrirnos a una forma de conocer e interactuar con el mundo muy distintas, de un potencial emancipatorio a menudo desaprovechado. En cualquier momento puede aparecer una ingeniera que nos abra una calle cuya dirección conduzca a cambiar nuestras vidas y transformar el mundo.

http://maesehuvi.blogspot.com/

2 comentaris:

Francesc ha dit...

ESTIC IMPRESIONAT AMB TOT EL QUE DESCOBREIXO DE BENJAMIN

Mireia ha dit...

El que jo no sabia era qu